Dio un par de golpes en la noche
tan sólo por dos cosas;
quería ensayar el cálculo para dar el hachazo
y olerle una vez más
la fragancia al palo santo.
Cristo le puso una mano al hombro
cargada de confianza
y se fueron al rancho.
El monte olía a poleo y a miel
¡Nunca pude averiguar
quién acompañaba a quién!
Lucho Ponce - Argentina- de su libro " canciones del obraje"
jueves, 6 de agosto de 2009
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